Viralización

Carlos Deguer

Resumen


Estamos viviendo una pandemia provocada por el SARS-COV-2, que tal vez sea la más importante y trascendente en la historia de la humanidad, pues provoca cambios fundamentales en el modo de vida de las personas, en sus relaciones humanas y laborales y por qué no, una sensación de desprotección y miedo ante una agresión inédita.

La Asociación Médica de Bahía Blanca siempre ha tratado de brindar información oficial y chequeada a lo largo de esta pandemia, se ha compartido protocolos y estadísticas de fuentes confiables tratando de iluminar lo mejor posible todo este aprendizaje traído por la pandemia por COVID-19. Esta conducta se refleja en los números de visitas de nuestra página web, con más de 100.000 visitantes, donde mostramos las estadísticas nacionales y locales.

Entendemos la incertidumbre de la comunidad y la cantidad de voces autorizadas o no, que contribuyen a aumentar el riesgo de infodemia.

Cuando hablamos de vacunas quien escribe estas líneas, por su condición de pediatra tiene una formación estrictamente sanitaria ligada a la necesidad, utilidad e importancia de las mismas. También he sido testigo presencial y protagonista del diagnóstico de los últimos casos de Sarampión y Difteria en nuestro país hace más de 35 a 40 años (gracias a la vacunación generalizada). Tras la potabilización del agua, las vacunas han sido la medida que más ha contribuido a aumentar la expectativa de vida de la población (Plotkin Stanley, 2017).

Al mismo tiempo que la comunidad científica se encuentra inmersa en la búsqueda de una vacuna frente al SARS-CoV-2, un pequeño, pero ferviente, movimiento antivacunas, le hace frente.

En un estudio liderado por Neil F. Johnson, de la George Washington University y publicado por la revista Nature, el autor comenta que estos grupos son pequeños de tamaño, pero su estrategia de comunicación “on line” llega a los lugares más lejanos, además de ser extremadamente efectiva. Sus miembros están expandiendo mensajes de diversa índole: “las vacunas frente al coronavirus pretenden implantar microchips” o “una mujer participante en los ensayos clínicos falleció tras recibir una dosis de la vacuna”.

Además, un video de YouTube con más de ocho millones de visitas promueve el mensaje de que las vacunas matarían a millones de personas.

Las páginas que explican los beneficios y las bases científicas de la vacunación suelen estar asociadas a redes “desconectadas del campo de batalla donde se cuecen los sentimientos” (Neil F. Johnson,2020).

Las páginas antivacunación generaron más links en Facebook que las webs favorables y, a este ritmo, los modelos informáticos sugieren que los opositores en diez años pueden dominar las redes.

Según expertos en comunicación y en movimientos antivacunas, estas noticias pueden socavar los esfuerzos para alcanzar una inmunidad poblacional frente al coronavirus..

Frente a declaraciones de una colega que se han viralizado no solo localmente, sino a nivel nacional, se hace necesario aclarar los siguientes conceptos.

• Aún no hay ninguna vacuna contra el covid-19 que esté aprobada en el país
• Es cierto que se necesitan muchas pruebas y rigurosidad en el estudio de los efectos de la futura vacuna
• La norma que se debate en el Congreso no establece la obligatoriedad de vacunarse, la inmunidad legal para los laboratorios ni la confidencialidad sobre los componentes
• Las cláusulas o acuerdos de confidencialidad son acordes al mercado internacional, siempre y cuando éstas respeten “la Ley 27.275 de Acceso a la Información Pública y la Ley 26.529 de Derechos del Paciente, y normas concordantes, complementarias y modificatorias”, según afirma su autor (P. Yedlin).
• Para que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) registre la vacuna y el Ministerio de Salud de la Nación la autorice, toda la fórmula debe estar absolutamente expuesta, las fases 1, 2 y 3 de los ensayos clínicos, los efectos colaterales, etc.
• Los laboratorios han decidido que el precio de la vacuna cuando salga al mercado estará subsidiado. Esos laboratorios que ponen el precio barato han pedido que si hay temas de indemnizaciones, sus pagos sean compartidos con los países que compran las vacunas, esto es un arreglo de casi todos los estados.

En primera fila para combatir en esta pandemia, estamos los médicos y los trabajadores de los equipos de salud, haya cuarentena o no, olvidándose de los peligros de contagio de ellos o de sus familias, olvidándose de sus miedos personales y sociales que los llevan emocionalmente al límite, tenemos mucho trabajo para ocuparnos de estas cosas.
Es nuestro deber pronunciarnos en estos temas, no para polemizar. Creemos en el Método Científico y en la Medicina basada en la evidencia. Y frente a las redes voy a tomar algo de ellas y de la Organización Mundial de la Salud:

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