Programa de Desacustumbramiento Gradual del uso de Gotas Nasales Descongestionantes

Martín Juan Urbicain

Resumen


A mediados de 1957, durante la disputa de un partido de rugby, sufrí la fractura del tabique nasal. La consecuencia inmediata, que se prolongó varios días, fue la incómoda sensación que provoca la congestión nasal. La solución, el uso de gotas nasales que, desafortunadamente, se prolongó durante 30 años, en cuyo transcurso no dejé un solo día de aplicarme gotas, geles, y toda forma de vasoconstricción conocida. Un cálculo aproximado arroja un total de 50 litros de gotas consumidas en ese período.

Hace cuatro años dejé de fumar, y entre los beneficios que esperaba me depararía esa decisión estaba el de no necesitar gotas, pues por alguna razón creía que lo que me irritaba la mucosa era el cigarrillo. Vana esperanza. Seguí usando gotas y, de hecho, encontré mucho más difícil dejarlas que abandonar el cigarrillo.

En abril de 1987 decidí que me resultaría imposible librarme del hábito en forma radical y voluntaria, como había hecho, precisamente, con el de fumar. En consecuencia, me planteé un programa de desacostumbramiento progresivo que, confiaba, me daría resultado. Eso, a su vez, me planteó dos interrogantes:

1) El tiempo en el que desarrollaría el programa. Debía ser suficientemente prolongado como para no provocar un síndrome de abstinencia, pero no tanto como para correr el riesgo de desalentarme, o verme obligado a abandonarlo por cualquier cambio de mi rutina.

2) El régimen de variación de la concentración de las gotas que debería suministrarme diariamente.

Naturalmente, ambos requerimientos estaban íntimamente vinculados.


Palabras clave


desacostumbramiento gradual; gotas nasales; descongestionantes

Texto completo:

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