Equidad social: la mejor acción en salud

Fernando J. H. Carignano

Resumen


Combatir la desocupación y la pobreza creciente son, sin duda, las dos medidas sanitarias más urgentes y efectivas que puedan tomarse y la educación, sin duda alguna, es el arma más eficaz y menos cara de la que disponemos para ganar esta batalla. Si buscamos un pueblo comprometido y pensante, debemos comenzar, sin duda, por sus integrantes, es decir, generarles la solidaridad y la instrucción necesarias a cada uno de ellos para que, en conjunto, restablezcan las derruidas bases de nuestra sociedad, entendiendo al «todos» como una expresión superadora del «yo». Deberemos erradicar entonces, al «hombre light», que brillantemente describiera Enrique Rojas cuando expresara: «El hombre light es todo fachada, con cuatro elementos dentro: el hedonismo, el consumismo, la permisividad y el relativismo. Esta tetralogía sugiere un hombre liviano, sin referentes ni remitentes.»
La explotación del trabajador, vigente en otras épocas, se convirtió en la exclusión de ahora. La gente que quedó fuera de los circuitos sociales es el blanco de la mayor cantidad y calidad de enfermedades, y este hecho, demostrado hasta el hartazgo por los organismos nacionales (INDEC) e internacionales (Organización Panamericana de la Salud – Banco Mundial), es la mejor demostración de los efectos funestos de la inequidad social de la Argentina. La pobreza en la población total del país aumentó del 26% al 48% desde Octubre de 1998 a Octubre de 2003 y eso es consecuencia directa de las acciones de los gobiernos y de la ausencia de políticas sociales compensadoras. En concreto, 17 de las 24 provincias argentinas presentan índices de pobreza superiores al promedio nacional. Esto nos obliga a revisar con más cuidado los mecanismos redistributivos que debe tener toda sociedad, porque en la nuestra es evidente que están fallando. La tasa de mortalidad infantil es de 9,1 por mil nacidos vivos en las regiones prósperas, frente a los 26,7 de las jurisdicciones más pobres. Es ésta una muestra evidente de lo que decimos precedentemente.
Buscar equidad generando más accesos a los sistemas de salud es, entonces, el sino a perseguir en el futuro, localmente y, esperemos optimistas, en todo el país. Las decisiones políticas son las que faltan y, como señalaba Leandro N. Alem hace más de un siglo: «...No hay, no puede haber buena sociedad, donde no hay buena política. Buena política quiere decir respeto a los derechos; buena política quiere decir aplicación recta y correcta de las rentas públicas; buena política quiere decir protección a las industrias útiles y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder; buena política quiere decir exclusión de favoritos y de pagos clandestinos...» . Indudablemente, pensamientos como éste llevaron a Félix Luna ha adjetivar de «terrible integridad» la de este político argentino.
Creemos que las decisiones políticas, entonces, deben provocarse mediante el debate fundamentado, con propuestas de soluciones y reconociendo el escenario en el cual van a desarrollarse. Para llegar a ello, eventualmente tendrá que hacerse oír el disenso y, para eso compartimos el principio del Mahatma... como decía Mohandas K. Gandhi: «La  desobediencia para que sea civil, tiene que ser sincera, respetuosa, mesurada  y exenta de todo recelo».


Palabras clave


mortalidad infantil; desocupación; políticas sanitarias

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